martes, 9 de julio de 2013

Las causas generales y otros cuentos para no dormir


En los últimos tiempos de esta joven democracia que es España, no resulta extraño que nos encontremos una imagen avejentada y achacosa de la misma, que es producto de, siendo bien-pensado, deporte éste poco apegado al carácter español, la imprudencia temeraria o, de la palabra ligera, de algunos de los más altos representantes de los partidos políticos, algo que me avergüenza, especialmente a mi, que soy miembro de uno de ellos y dedico parte de mis esfuerzos, y estudios, a cultivar la prudencia en el uso de la retórica, esa prudencia que era tan apreciada por los grandes clásicos, como Cicerón o Aristóteles.

Una de las técnicas más usuales en comunicación a la hora de trasladar, con efectividad, un mensaje concreto al auditorio es la repetición del mismo en el discurso. Ahora bien, la mera repetición no es suficiente, debe estar apoyada en una verosimilitud racional, pruebas suficientes y aspecto de veracidad.

No sé si consciente, o inconscientemente, los dirigentes políticos de más alto nivel de nuestro estado repiten dos lemas respecto a los procedimientos judiciales, que más parecen eslogan de campaña que el verdadero leit motiv de su actividad.

Y he usado la palabra "lema" con toda intención ¿por qué? porque en su primera acepción se corresponde con el argumento o título que precede a ciertas composiciones literarias, y algunas de las declaraciones que hemos tenido la desgracia de escuchar bien se asemejaban a algún libro de Julio Verne o de Isaac Asimov. Y en su octava acepción, lema, se identifica con la proposición que es preciso demostrar antes de establecer un teorema, y aquí es donde se halla la mayor dificultad, porque son completamente contradictorios.

Lema 1: Nuestro partido reconoce el esfuerzo y respeta las decisiones de los tribunales en cualquier situación, como siempre hemos hecho.

Lema 2: En este caso no nos encontramos ante un supuesto de corrupción, sino ante una verdadera causa general contra nuestro partido instigada por "x" juez con una clara intención de perjudicarnos.

No me voy a referir al utópico, al platónico primer lema porque es sencillamente falso.

Sobre el segundo, en sus diferentes variantes, hoy me han sorprendido especialmente unas declaraciones de Óscar López defendiendo la posición de su partido, diciendo, aproximadamente, que respetar la actuación judicial no implica no opinar sobre el contenido jurídico del auto de la juez. Hasta ahí estamos en perfecto acuerdo, precisamente por eso existe un sistema de recursos, pero la Señora Helena Valenciano habló con extrema claridad al decir que la juez pretendía condicionar la agenda política del PSOE de Andalucía, y algún otro dirigente, en un alarde de originalidad, habló de una causa general.

Sobre algunas declaraciones de Carlos Floriano, o la novedosísima fórmula de la indemnización por despido con cotizaciones sociales, he de decir que nunca me atrajo el derecho laboral, pero alguna de mis compañeras de clase podrá ilustrarme si esa fórmula existe, me ahorro el escribir y aburrir al posible lector, porque ni el más original de los escritores podría encontrar las palabras adecuadas para narrar tal infame desatino.

Yo no sé si el Juez Ruz o la Juez Alaya tienen alguna enemistad o inquina contra los miembros de los partidos que investigan, o contra las propias instituciones, pero en caso de ser así hay procedimientos legales y públicos para alegar tal condición que es causa de recusación.

Además cuando los partidos hablan, con el afán de limpiar una imagen que a pulso está ensuciada, de su plena colaboración con la justicia, cualquiera que tenga más memoria que un besugo, tras haber sido cocinado, recuerda bochornosos sucesos que están cuidadosamente recogidos en la hemeroteca, como esa caja fuerte sin llave que la Junta de Andalucia mandó a la juez con las deliberaciónes de la junta de gobierno, o el mismo hecho de que la acusación pública del Partido Popular haya sido expulsada del procedimiento contra Bárcenas por entorpecer la instrucción haciendo las veces de una segunda defensa.

Qué nos deparará el futuro es un gran misterio, eso sí, debemos saber que no somos un país significativamente (en términos estadísticos) más corrupto que otros; que no tenemos una justicia, respecto de la calidad de las investigaciones, sentencias y procedimientos, peor que la de otros países comparables; y que tampoco creo que nuestros políticos sean tan tan malos como a veces parecen, eso sí, tienen que aprender una cosa, que bajar las persianas e intentar limpiar a oscuras sólo sirve para dormirse y tener pesadillas. Que lo mejor que se puede hace es levantarlas bien, que entre toda la luz posible, abrir las puertas de par en par y contratar a una empresa de limpieza que se llama sistema judicial, al que hay que dejar trabajar sin ninguna traba.

Déjense de causas generales y de rabietas de niños. Comencé diciendo que repetir un mensaje es efectivo en un discurso, pero también es bien sabido que por doscientas veces que se repita una mentira, ésta, no transmuta en verdad universal. Al menos esta vez la sociedad española no está por la labor de dejarse engatusar, todo lo contrario sólo espera colaboración y que los jueces hagan su trabajo, y esa es la mejor campaña política que se puede hacer hoy en día.

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