martes, 25 de marzo de 2014

Hipocresía o sinceridad en la muerte de Suárez.



Con la pausa reflexiva que dan el paso de los años y la distancia de los acontecimientos los historiadores dedican su vida al afloramiento de las realidades pasadas, ahora bien, como nos advierte Josep Fontana ellos tampoco son ajenos a los condicionamientos políticos o ideológicos de su tiempo y personalidad.

Dicho lo cual, y habiendo pasado tan solo un par de días, por tanto sin disfrutar de las ventajas que aporta la distancia y desconociendo, más allá de lo básico, las herramientas de la historiografía, no me puedo resistir a hacer una breve reflexión, no podía ser de otro modo en este blog, sobre la catarsis que ha provocado el fallecimiento de Adolfo Suárez.

Personaje imprescindible de su tiempo, figura que ha ascendido al panteón de los grandes hombres de la historia de España, político con el componente de vapuleo que eso implica en España mientras hacía su trabajo, es, a día de hoy, reconocido como el gran artífice del cambio democrático que operó nuestro país en esos años ya lejanos de finales de los 70.

La Transición, con mayúsculas, pretendido modelo de cambio pacífico es hoy puesta en duda por una parte relevante de los estudiosos y profesores de nuestra universidad. No les falta razón al decir que en España se ha hecho poco por recuperar la memoria y la dignidad de las víctimas de la represión de la dictadura, y así se lo reconocía hace unos días al profesor Escudero, y también se critica que de ese proceso surgiera una democracia de baja intensidad, o falta de mecanismos de participación.

¿Pero que esperábamos que se pudiera hacer? Adolfo Suárez se encuentra un país sometido durante cuarenta años a una dictadura, de la que él, efectivamente, como dicen sus críticos participó. Algunos se olvidan que, con sus fallos, él mismo la desmontó pieza a pieza. 1976 no era el tiempo de la justicia retributiva, me pregunto ¿quién la iba a aplicar si el Presidente tenía que seguir lidiando con los mismos cuadros de poder que había impuesto Franco? 1976 era el tiempo de construir un país, un Estado, una nación que estaba partida en dos desde hacia cuatro décadas. 1976 era el tiempo de la reconciliación para diseñar nuestro futuro.

Adolfo Suárez, que entendió esta encrucijada histórica y la afrontó sin tener en cuenta las consecuencias, en sus años de gobierno se vio sometido a una presión altísima. La oposición le atacaba para ver cumplidas sus legítimas aspiraciones de gobierno, la prensa recientemente libre hacía pleno uso de esta libertad, la crisis económica azotaba a todos los españoles, el terrorismo se había desatado y los había que creían que el Presidente tenía que promover unos nuevos procesos al estilo de los de Burgos, obviando toda legalidad, y su partido avanzaba hacía el enfrentamiento de las corrientes que lo consumían, al partido y al Presidente. Era imposible, su forma de hacer política era incompatible con conseguir un partido fuerte, es lo que pasa cuando hay un dirigente permanentemente dispuesto al pacto, los cuadros del partido, cuando pasa, creen que se está perdiendo el espacio político que les daría la confrontación. Bendita forma de hacer política.

Sufrió mucho en política, eso es la política también. Pero hoy nadie le escatima su gran mérito, construir un país, y conseguir que los incrédulos españoles nos convenciéramos de que teníamos algo bueno que conservar. Este modelo de país tiene problemas, desde luego, pero sin Suárez quizá no tendríamos siqueira este modelo de sociedad. Lo que debemos preguntarnos, en palabras de Javier Cercás, no es por qué nuestra democracia tiene tantos problemas, o si es cosa de Suárez y los otros artífices del cambio que existan estos problemas, sino que debemos preguntarnos "¿qué hemos hecho nosotros para mejorar nuestra democracia?"

Ha fallecido un hombre de estado, ha fallecido el Hombre del Estado español. Muchos, sino todos, de los que le criticaron con denuedo hoy le alaban. No creo que sea hipocresía, sino todo lo contrario, el afloramiento de las realidades pasadas que con el paso del tiempo se ven con mucha más claridad, aunque uno no sea historiador. Como ha dicho Don Miquel Roca  Juyent "hoy se le ha hecho justica a Suárez, fuimos muy injustos con él".

Descanse en paz Señor Presidente.

martes, 18 de marzo de 2014

De los votos a la democracia pasando por el sufrimiento


Este pasado sábado día 15 de marzo, curiosamente en el que se tiene por el día de los Idus de Marzo, acudí junto con mi pareja y un buen amigo a una concentración en apoyo de las reclamaciones democráticas en Venezuela. Pensando en ello me preguntaba que qué podíamos hacer nosotros, nosotros que pertenecemos a una generación que no ha luchado por tener y vivir en una democracia, nosotros que somos una generación que hemos crecido en libertad y con derechos, nosotros que vivimos en un país desarrollado con una democracia avanzada y un nivel de vida, por lo general, satisfactorio.

Pues bien, allí estábamos, viendo como un gran grupo de venezolanos afincados en Madrid gritaban a voz en cuello exigiendo algo tan elemental como que no maten a sus hijos, algo tan elemental como que se les permita salir a la calle a protestar porque no tienen comida que comprar, algo tan elemental como que se cuenten bien sus votos, algo tan elemental como libertad frente a la represión.

Después de terminar la concentración me fui con Cesar, el amigo que me acompañaba, a comer, y en la comida que contaba que su hermano, licenciado en psicología, trabaja en una de las mejores consultoras de Caracas y cobra, al cambio, 80 Dolares al mes y que su padre, psicólogo con toda una vida de experiencia, alcanza con dificultad los 320 Dolares, y que aún así ellos tienen que considerarse afortunados.

Yo le interrogué durante la comida sobre lo que pasaba en Venezuela, como he hecho con todos los venezolanos que conozco, sobre quién dispara a quién, sobre quién toma las decisiones, sobre qué son esos grupos de "motorizados"con pinta de paramilitares. Llegados un momento de la conversación le pregunté directamente que quién mata a los policías, que si la oposición está haciendo uso de la fuerza, ¿su contestación? Carlos si no tenemos para comprar comida menos para armas, los únicos que tiene son la Guardia Nacional y los paramilitares, y se están ajustando las cuentas entre ellos. 

Es posible que algún manifestante halla usado la fuerza, seguro que se han arrojado objetos contra la policía o los asesinos en moto, pero yo creo lo que me dijo Cesar. Sinceramente creo que la oposición venezolana es pacífica en sus actuaciones y honesta en sus reclamaciones. Lo que veo día a día es una clase dirigente que amenaza a los estudiantes y a los miembros de otros partidos políticos, que les llama fascistas porque dicen que quieren comer, que les acusa de las penurias del país cuando llevan gobernando 15 años, que los tacha de violentos al tiempo que anima a sus adláteres a tomar medidas drásticas contra ellos.

Después de pensar en todo esto ya no me pregunto qué hacíamos allí Ana, Cesar, David y yo, lo que me pregunto es que ¿dónde estaban el resto?