martes, 26 de abril de 2016

Hemos llegado al final RIP


La legislatura está agonizando, los plazos se agotan, el tiempo expira, la esperanza se diluye. La fe nos abandonó ya hace tiempo pero hoy nos enfrentamos a la realidad palmaria, la que nadie quería asumir. No, no estoy hablando de la celebración de unas nuevas elecciones, aún peor, volvemos a entrar en CAMPAÑA ELECTORAL.

Ya podemos decir, perdí la fe hace unos días, que las elecciones son inevitables, salvo un giro dramático de los acontecimientos a última hora. Y la culpa no la tenemos los ciudadanos que en ejercicio de nuestros derechos políticos elegimos a los miembros del cuerpo legislativo. No, la culpa no es nuestra por no haber concedido una mayoría, cuando no absoluta, al menos lo suficientemente clara. La culpa es de aquellos que, sin hacer su trabajo, llevan cobrando cuatro meses sus sueldos públicos, los diputados.

Es absolutamente incomprensible la incapacidad manifiesta para alcanzar algún tipo de acuerdo. La cerrazón de sus posiciones ideológicas, la inmovilidad de sus eslóganes políticos. El olvido del interés general es imperdonable. Estos meses han estado caracterizados por movimientos cortos, recursos tácticos con los que posicionar a su partido en una posición dominante, preparándose todos para una repetición de las elecciones, sin un interés real, al menos en una parte importante de los partidos políticos representados, de alcanzar un acuerdo que dote a nuestro país de un gobierno.

Huelga decir que hay algunos que soportan, o deberían soportar, mayor resposabilidad en esta situación. Mariano Rajoy no ha estado a la altura de las circunstancias. Se ha comportado como un político que solo sabe gobernar con mayoría absoluta. Aun siendo la fuerza más votada debes sentarte a negociar, con todos, hasta la extenuación, aunque sepas de inicio que no te quieren porque es lo que los ciudadanos habían pedido. Ahora bien, sentarte a esperar a que otros fracasen haciendo lo que te correspondía (sesión de investidura), y pretender que luego te acepten como presidente, con tu programa electoral, sin apenas ninguna cesión y sin haber llamado o negociado los términos del acuerdo con nadie es ingenuo, en el mejor de los casos, y absolutamente irresponsable en éste.

Podemos en general, y Pablo Iglesias en particular, también tienen su parte de responsabilidad. ¿La diferencia con Mariano Rajoy?, que de ellos no esperábamos otra cosa y de un presidente del gobierno uno siempre espera, al menos, sentido de estado, cuando no común. Podemos decidió bloquear el pacto PSOE-Ciudadano legítimamente, pues se aleja de sus propuestas programáticas y, por añadidura, les alejaba del poder, su fín último. Con su propuesta alternativa, que nunca dejó de incluir la convocatoria de un referendum que el PSOE no podía asumir, y el correspondiente reparto de poder (todo para ellos) en el gobierno, dejaban a Pedro Sánchez entre las elecciones y el sometimiento. Pero, como decía, tampoco podíamos esperar de este partido lealtad y compromiso con el Estado, todo lo contrario, su fin último es el ascenso al poder, independientemente de los medios, y con esos cálculos han estado y están jugando. Las encuestas avanzan que su riesgo es real.

De Pedro Sánchez poco más que lo que he escrito otras veces puedo decir. Dudo que su oferta de pacto con Ciudadanos sea de sincero aprecio, pero la alternativa de Podemos le ha sido imposible asumirla y la gran coalición hubiera sido, para la progresía de Ferraz, un sacrilegio, ateo por supuesto. Al señor Sánchez le dijeron en el Comité Federal ve y vuelve con tu escudo o sobre él. La batalla ya está fijada, el día de las elecciones.

Y, por último, respecto de Rivera... el análisis es aún más difícil. Se mueve en una línea tan fina entre la derecha y la izquierda que el ejercicio de equilibrismo se complica con el paso de los días, y le queda, presumiblemente, una campaña muy dura por delante. Su mejor opción es afianzar la imagen de estadista, dispuesto a negociar y pactar a uno y otro lado para defender los intereses generales. Eso es lo que ha intentado demostrar en estos cuatro meses, aunque su éxito ha sido solo parcial, al no haber podido sentar a la mesa al Partido Popular. Si nodesiste de su empeño de negociar con todos, quizá siga sin conseguirlo, pero se mostrara como una alternativa cada vez más fiable.

Digamos adios a la legislatura más corta de nuestra historia, pero no como un fracaso ciudadano, sino como una oportunidad en la que haber descubierto quiénes son los indicados para responder a nuedstras exigencias de diálogo, acuerdo y pacto.

Que esta legislatura, a su final, lleve tanta paz como deje.


viernes, 15 de abril de 2016

doce días para vender el fracaso


Los partidos políticos en España se enfrentan, en cuestión de doce días, a uno de los retos comunicativos más difíciles que han tenido que afrontar en los últimos años, y los antecedentes no nos permiten ser optimistas respecto del posible éxito de algunos.

No nos encontramos ante una crisis política puesto que existe una salida regulada para esta situación. Pero, sin duda, sí estamos ante una parálisis grave de la política española provocada por la inoperancia de aquellos que la dirigen. Y he aquí el elemento clave de lo que vamos a vivir en las dos próximas semanas y, si nada lo remedia, durante los meses que dure la campaña. Los partidos necesitan evitar aparecer como los responsables y colocar esta etiqueta en el contrario para afrontar con ciertas garantías una nueva concurrencia electoral.

Este elemento de la comunicación, este escurrir el bulto sin disimulo, va a ser la estrategia de campaña de los cuatro grandes partidos, pero los hay que parten con cierta ventaja. Fundamentalmente, Ciudadanos, que ha conseguido posicionar su mensaje entre el Partido Popular y el Partido Socialista, y que se presenta cono el "verdadero" abanderado del diálogo y la negociación. Habrán de tener cuidado, pues su situación provocará un aluvión de críticas de uno y otro lado y, sobre todo, de Podemos. Pues ya se sabe, los que en la negociación fueron aliados, en la campaña serán enemigos. Y viceversa si fuera necesario. Esta es la política espectáculo que tenemos.

Por su parte, el Partido Popular, no sólo va a tener que luchar contra la imagen de bloqueo que intentan proyectar el resto sobre él, que incluso puede beneficiarle de cara a su electorado más fiel que lo entenderá como firmeza, sino que, su mayor problema será el inmovilismo adoptado. Va a ser muy difícil convencer a sus votantes de que son un partido confiable después de tres meses de no hacer nada, no llamar a nadie y, únicamente, quejarse de que el PSOE no ha querido sentarse con ellos. Tampoco sé que esperaban. En todo caso, durante la campaña, veremos como elevan el tono, como se muestran como un partido fiable, como la mejor alternativa y como un partido dispuesto a ceder en lo que sea necesario para vencer la parálisis. Eso sí, siempre que esa gran coalición la presida Mariano Rajoy.

Podemos, el más damnificado por la situación según las encuestas, ha vuelto ha realizar un movimiento, táctico diría un deportista, a la defensiva. La consulta a las bases, más allá de proyectar una imagen de democracia real que ha sido expresamente contradicha por el ejercicio del poder omnímodo de Pablo Iglesias, es una huida hacia delante. Necesitan este refrendo para construir un discurso de campaña efectivo, que vuelva a atraer a los votantes perdidos, basado en que su actitud de bloqueo ha respondido al sentir de las bases de su partido. Y entre tanto, necesitarán esa otra parte de la comunicación política, que es la que se dirige hacia dentro, para apaciguar disensiones, reafirmar confluencias y, si es posible, sumar a Izquierda Unida para salvarse de la debacle.

Y entre todas estas variantes destaca el Partido Socialista y, especialmente, su secretario general, que no son necesariamente lo mismo. A parte de acallar el conflicto interno y presentarse unidos a las probables elecciones, Pedro Sánchez necesita mejorar sustancialmente su resultado y, además, no verse superado por Podemos si estos se presentan con Izquierda Unida. Si no mejora su resultado y se convierte en una verdadera alternativa al Partido Popular le va a ser imposible negarse de nuevo a negociar y dejar al país sin gobierno otros seis meses. Si se ve relegado a la tercera posición será su fin. Lo único que le ha mantenido vivo ha sido la parálisis generalizada del Partido Popular y el haber vendido su imagen como candidato en la sesión de investidura. Ese será el mensaje a transmitir, el de ser la única alternativa fiable por la izquierda capaz de aunar las voluntades necesarias, siempre que Podemos (el gran enemigo encubierto) no decida, de nuevo, impedir el cambio.

Y después del resultado electoral, si se consuma el fracaso para el que todos llevan preparándose desde el dos de marzo, dos posibles alternativas. La primera, que Partido Popular y Ciudadanos puedan formar mayoría, que sin duda le saldrá muy cara a los de Génova 13 y, está por ver el precio personal que debería pagar Mariano Rajoy. La segunda, que esa suma no alcance mayoría, caso en el que la responsabilidad. si el pacto Ciudadanos PSOE sobrevive a la campaña, recaería en Podemos, y habrá que observar cuanta presión son capaces de soportar sus líderes. Hay más opciones, pero son tan imprevisibles que explorarlas sería un ejercicio de prestidigitación.

Hasta ese momento de catarsis nacional, que serán las elecciones o la formación de gobierno, iremos sobreviviendo entre blanqueos, prevaricaciones, recalificaciones, evasiones y corruptelas de todo tipo que son el leitmotiv de todos los días en esta España nuestra.