martes, 14 de mayo de 2013

Juicio a una Zorra


Hoy toca hablar de cosas serias, es decir, aunque esta sólo sea la segunda entrada de este blog, dejo de hablar de política y recomiendo una gran obra de teatro,Juicio a una Zorra, de Miguel del Arco e interpretada por una insuperable Carmen Machi.

La obra es un monólogo dramático de aproximadamente una hora largaen el que Helena de Troya nos ofrece la visión de su vida, su versión de una de las historias de la antigüedad clásica más conocidas.

La luz se apaga y nos encontramos con un escenario desnudo, únicamente una mesanegra con botellas y copas de vino agrupadas. En medio de esa sobriedad visual y de un ambiente sonoro dominado por un ensordecedor silencio que se ve ocasionalmente roto por los truenos que hacen presente a Zeus, padre de la protagonista, destaca con un vestido rojo, e iluminada intensamente por un foco blanco, Helena de Troya que desde la primera sílaba te prohibe separar tu mirada de ella.

Carmen Machi consigue, sin otra ayuda que la de un texto extraordinario y la de una interpretación sublime e irrepetible, que el espectador pase de la carcajada, siempre contenida por la intensa melancolía que embarga el alma de quien ve la obra, a la tristeza y el llanto provocados por el sufrimiento de la protagonista.

El texto es una magnifica composición que ha sabido unir la corrección y el respeto a la historia clásica de la Guerra de Troya, junto con una versión paralela , la de Helena, perfectamente plausible que, además de permitir al autor diseñar una narración enormemente efectiva, también le posibilita realizar una reflexión, ya clásica, que es proyectada en varios momentos, ¿Quién escribe la historia?

Pero lo realmente impactante de esta hora de monólogo es una Carmen Machi antológica, apoteósica, exquisita, de la que no puedes separar los ojos, que con su voz y con una gestualidad impoluta no te permite despegarte del asiento, una actriz que no pierde la oportunidad de demostrar su lado más cómico, embargado de melancolía, pero la fuerza se la aporta el magistral dominio del silencio dramático, el impecable trabajo de la embriaguez furiosa en la que se sumerge, y la desgarradora tristeza que emana cada poro de su personaje en un trágico y musical final que envuelve la obra en una sola cuestión ¿Por qué no me dejasteis amar a quien yo quise?

Nadie debería perder la oportunidad de acudir a disfrutar, sufrir y admirar una interpretación que demuestra que Machi es una primerísima espada entre las grandes del teatro español, yo ya la he visto dos veces, y volvería a hacerlo.

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