martes, 14 de junio de 2016

Debate y tedio no deberían ser sinónimos


El siguiente artículo ha sido publicado en el diario digital La Cuarta Columna en el siguiente enlace:
http://www.lacuartacolumna.com/debate-y-tedio-no-deberian-ser-sinonimos/

El debate de ayer comenzó y se desarrolló casi en su totalidad entre el soñoliento tono afectado de Iglesias, el hieratismo irritante de Rajoy, la impostura presidencial de un Sánchez casi ausente y la prisa dialéctica de un Rivera necesitado de espacio. El resultado fue excesivamente largo, con dos pausas eternas, poco ágil y ciertamente tedioso. Lo que nos llevó a un estado de sopor que, por poco, nos hace perdernos el bloque dedicado a la regeneración política, único momento en que el debate se calentó, aunque quizá lo hiciera demasiado.
Los cuatro fueron excesivamente conservadores, a los debates electorales no se va a ganarlos, pero tampoco hay que tener miedo al error hasta el punto de que tu discurso quede atenazado. La prudencia evitó el que se cometieran errores graves, aunque algún desliz recordando a esa “señora que tuvo Ébola en España”… hubo.
La táctica de cada uno de los candidatos tampoco fue una sorpresa, Rajoy e Iglesias continuamente enzarzados en críticas recíprocas, obviando la presencia de Sánchez y lanzando sólo algún aldabonazo suelto a Rivera, había que polarizar el debate, como la campaña, y pegar algún tiro en la rodilla a ese que dice ser de centro.
Por su parte Sánchez llegó sabiendo que la agresividad que mostró en los debates de diciembre no le favorecía, pero se pasó de frenada. Intentó ganarse la imagen de hombre moderado y prudente, la imagen de presidente del gobierno, pero no lo es.
Le faltó fuerza y decisión en las críticas y respuestas a sus contrincantes, además de no tener claro quién era su principal objetivo, si el Partido Popular para ganar unas elecciones que tiene perdidas, o Unidos Podemos para proteger el segundo puesto que peligra seriamente. Ha perdido su, quizá, última oportunidad.
El caso de Rivera es distinto, las expectativas con las que llegaba eran más bajas que en diciembre, y eso facilita mucho tu papel. Tenía un atril en el que situarse, lo que le ayudó mucho a mejorar su lenguaje no verbal, es decir, a no bailar durante las dos horas largas de emisión.
Empezó acelerado, desubicado, sin protagonismo, pero fue creciendo hasta que llegó su momento, regeneración de la vida política española y ahí, repartiendo golpes a diestra y siniestra, terminó de encontrar su espacio y recuperó la atención de Iglesias y Rajoy. Le dieron un protagonismo que no tenía y necesitaba imperiosamente, picaron el anzuelo de las críticas feroces de Rivera.
El último minuto fue para los nuevos partidos, la concreción de Iglesias, que empezó con el bloque dedicado a los pactos, fue una forma efectiva de lanzar un mensaje de fondo y de ánimo a sus votantes, mientras que la emotividad del mensaje de Rivera, con claras referencias a discursos clásicos, le sirvió para generar empatía e ilusión con su proyecto.
En contraposición al último minuto de los partidos tradicionales, siendo el de Sánchez su mejor intervención, pero no suficiente para sus necesidades, y el de Rajoy una mezcla irracional de turismo, erasmus, trasplantes y servicios públicos recortados o sin recortar, habrá que preguntarle a Vallés.
Y el debate terminó a una hora indecente, con Rajoy como vino, con la moderación de Iglesias casi intacta, con Rivera respirando el oxígeno ganado en la última parte y con Sánchez incólume, él, como Aute, sólo pasaba por aquí.
Muchos nos quedamos a verlo hasta el final, no sin cierto sufrimiento en algunos tramos, con la esperanza de que nos sirviera para aclarar algo de aquí al día que tengamos que ir a votar. Pobres ingenuos, no nos dimos cuenta de que quedan 12 días para ir a las urnas, y que para ese momento, lo que sucediera ayer ya se nos habrá olvidado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario