viernes, 3 de mayo de 2013

La pactitis nacional


Asisto en los últimos días, desde mi condición de miembro del partido popular, a la acumulación de peticiones de pactos nacionales desde las dos grandes fuerzas políticas del país.

La pregunta que cabe hacerse es si estas peticiones y ofertas son verdaderamente sinceras, o caerán en el olvido en el medio de la vorágine, los procedimientos y la práctica política de España. Y la respuesta a esa pregunta, la respuesta que creo sería la más acertada es suponer que no llegarán a nada.

La estructura política española, que fomenta la estabilidad de los dos grandes partidos e imposibilita que los desplazamientos del voto tengan efectos relevantes en el reparto parlamentario, desincentiva la celebración de este tipo de acuerdos, puesto que posibilita hacer un tipo de oposición obstruccionista que ambos partidos, el PP y el PSOE han practicado, y que consiste, esencialmente, en negarse a asumir las responsabilidades de la toma de decisiones impopulares pero imprescindibles para el bien general y futuro de la sociedad.

Esta actitud ante la política también se ve reforzada por la irresponsabilidad característica de los cargos electos ante el electorado que representan, derivada del sistema de listas cerradas que configura nuestra constitución.  Este sistema impide que el elector exija respuestas a su representante,  lo que impide que éstos, los representantes, tengan incentivos para no someterse a la disciplina de partido y puedan apoyar el realizar pactos contra la opinión única de la organización.

Y otro motivo es, en mi opinión, o al menos podría serlo, el que nuestro sistema electoral de pequeñas circunscripciones facilite la consecución de mayorías absolutas sin haber alcanzado esa mayoría en votos. De este modo se consiguen gobiernos fuertes y estables, por no dependientes, que se podrían permitir el lujo de ser sordos a las opiniones y propuestas de otros grupos.

Y en la situación actual de España se dan todas estas condiciones. El gobierno está desarrollando una política en la que creen firmemente y, por tanto, no están dispuestos a cambiarla. Mientras que la oposición se dedica, como ya es tradición en la joven democracia que disfrutamos, a lanzar la piedra del pacto y esconder la mano durante las negociaciones o, en su defecto, exigir un pacto completamente contrario a las medidas adoptadas por los gobernantes.

De este modo considero absolutamente imposible que ambos partidos alcancen acuerdos significativos en materias relevantes, de hecho, no estoy seguro de que ninguno de ellos quieran realmente alcanzarlos, aunque esperó sinceramente equivocarme.

Carlos Alonso Mauricio.

2 comentarios:

  1. Yo también espero que te equivoques, pero todo señala a que no es así. Lástima de clase política que se lo toma como una profesión, como un fin, y no como un medio. Están ahí, saben que van a estar tras las siguientes elecciones aunque cambie algo el dibujo, y el resto, importa poco.

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  2. Completamente de acuerdo con la diagnósis de los problemas de representación política en España. Realmente viene a demostrar la importancia que el diseño institucional (circunscripciones, listas cerradas y otros aspectos en apariencia "técnicos")tiene en la calidad de la vida democrática. En España no podremos decir que vivimos en una democracia participativa, sino meramente representativa.

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