viernes, 15 de abril de 2016

doce días para vender el fracaso


Los partidos políticos en España se enfrentan, en cuestión de doce días, a uno de los retos comunicativos más difíciles que han tenido que afrontar en los últimos años, y los antecedentes no nos permiten ser optimistas respecto del posible éxito de algunos.

No nos encontramos ante una crisis política puesto que existe una salida regulada para esta situación. Pero, sin duda, sí estamos ante una parálisis grave de la política española provocada por la inoperancia de aquellos que la dirigen. Y he aquí el elemento clave de lo que vamos a vivir en las dos próximas semanas y, si nada lo remedia, durante los meses que dure la campaña. Los partidos necesitan evitar aparecer como los responsables y colocar esta etiqueta en el contrario para afrontar con ciertas garantías una nueva concurrencia electoral.

Este elemento de la comunicación, este escurrir el bulto sin disimulo, va a ser la estrategia de campaña de los cuatro grandes partidos, pero los hay que parten con cierta ventaja. Fundamentalmente, Ciudadanos, que ha conseguido posicionar su mensaje entre el Partido Popular y el Partido Socialista, y que se presenta cono el "verdadero" abanderado del diálogo y la negociación. Habrán de tener cuidado, pues su situación provocará un aluvión de críticas de uno y otro lado y, sobre todo, de Podemos. Pues ya se sabe, los que en la negociación fueron aliados, en la campaña serán enemigos. Y viceversa si fuera necesario. Esta es la política espectáculo que tenemos.

Por su parte, el Partido Popular, no sólo va a tener que luchar contra la imagen de bloqueo que intentan proyectar el resto sobre él, que incluso puede beneficiarle de cara a su electorado más fiel que lo entenderá como firmeza, sino que, su mayor problema será el inmovilismo adoptado. Va a ser muy difícil convencer a sus votantes de que son un partido confiable después de tres meses de no hacer nada, no llamar a nadie y, únicamente, quejarse de que el PSOE no ha querido sentarse con ellos. Tampoco sé que esperaban. En todo caso, durante la campaña, veremos como elevan el tono, como se muestran como un partido fiable, como la mejor alternativa y como un partido dispuesto a ceder en lo que sea necesario para vencer la parálisis. Eso sí, siempre que esa gran coalición la presida Mariano Rajoy.

Podemos, el más damnificado por la situación según las encuestas, ha vuelto ha realizar un movimiento, táctico diría un deportista, a la defensiva. La consulta a las bases, más allá de proyectar una imagen de democracia real que ha sido expresamente contradicha por el ejercicio del poder omnímodo de Pablo Iglesias, es una huida hacia delante. Necesitan este refrendo para construir un discurso de campaña efectivo, que vuelva a atraer a los votantes perdidos, basado en que su actitud de bloqueo ha respondido al sentir de las bases de su partido. Y entre tanto, necesitarán esa otra parte de la comunicación política, que es la que se dirige hacia dentro, para apaciguar disensiones, reafirmar confluencias y, si es posible, sumar a Izquierda Unida para salvarse de la debacle.

Y entre todas estas variantes destaca el Partido Socialista y, especialmente, su secretario general, que no son necesariamente lo mismo. A parte de acallar el conflicto interno y presentarse unidos a las probables elecciones, Pedro Sánchez necesita mejorar sustancialmente su resultado y, además, no verse superado por Podemos si estos se presentan con Izquierda Unida. Si no mejora su resultado y se convierte en una verdadera alternativa al Partido Popular le va a ser imposible negarse de nuevo a negociar y dejar al país sin gobierno otros seis meses. Si se ve relegado a la tercera posición será su fin. Lo único que le ha mantenido vivo ha sido la parálisis generalizada del Partido Popular y el haber vendido su imagen como candidato en la sesión de investidura. Ese será el mensaje a transmitir, el de ser la única alternativa fiable por la izquierda capaz de aunar las voluntades necesarias, siempre que Podemos (el gran enemigo encubierto) no decida, de nuevo, impedir el cambio.

Y después del resultado electoral, si se consuma el fracaso para el que todos llevan preparándose desde el dos de marzo, dos posibles alternativas. La primera, que Partido Popular y Ciudadanos puedan formar mayoría, que sin duda le saldrá muy cara a los de Génova 13 y, está por ver el precio personal que debería pagar Mariano Rajoy. La segunda, que esa suma no alcance mayoría, caso en el que la responsabilidad. si el pacto Ciudadanos PSOE sobrevive a la campaña, recaería en Podemos, y habrá que observar cuanta presión son capaces de soportar sus líderes. Hay más opciones, pero son tan imprevisibles que explorarlas sería un ejercicio de prestidigitación.

Hasta ese momento de catarsis nacional, que serán las elecciones o la formación de gobierno, iremos sobreviviendo entre blanqueos, prevaricaciones, recalificaciones, evasiones y corruptelas de todo tipo que son el leitmotiv de todos los días en esta España nuestra.


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