viernes, 30 de octubre de 2015

Desmontando la democracia catalana


Desde las instituciones políticas, sociales y periodísticas catalanas se insiste, machaconamente, en la exigencia de respeto a la voluntad democrática y mayoritaria del pueblo catalán de independizarse de España. No voy a valorar el adjetivo "mayoritario", existen suficientes evidencias empíricas y datos estadísticos para valorar los verdaderos intereses del conjunto de la ciudadanía catalana. Únicamente diré de la CUP que ha engañado públicamente a todos al afirmar que si su opción independentista no conseguía más del 50% de los votos no pretenderían declarar la independencia unilateral y, ahora, parece que es su pretensión más inmediata. Será la misma democracia la que les exija responsabilidades.

Hemos de revelarnos contra la colonización de los conceptos de democracia, libertad o voluntad cívica, que no son propiedad del independentismo catalán. Un sistema democrático, que sólo puede desarrollarse en el marco de un Estado de Derecho, implica, necesariamente, el respeto a los principios del imperio de la ley o la separación de poderes, entre otros. Nadie, ni individualmente ni colectivamente, está ni debe estar por encima de la ley. Esa forma de relación entre el Poder y el Derecho que sostienen sin decirlo, que es de supremacía del primero sobre el segundo, lo que los antiguos llamaban el gobierno de los hombres, en vez de el gobierno de las leyes, no ofrece ninguna garantía de respeto a los derechos de los ciudadano, ni si quiera a los más elementales.

El fundamento necesario de todo Estado Democrático de Derecho, además de la participación política, es el respeto y sometimiento de todos los poderes de ese Estado a la ley. Sin este requisito previo no podemos asegurar la libertad de los ciudadanos ni el respeto a su voluntad democrática y, por tanto, nos situaríamos en el marco de otro modelo de Estado, en el marco de un modelo de Estado evidentemente peor.

Ya es hora, hace bastante que debió de sonar la alarma del reloj para avisar de que había llegado el momento, de empezar a hablar con claridad y decir, sin rubor, que los líderes del independentismo catalán están intentando tomarnos el pelo. La democracia no es votar de cualquier manera, es hacerlo dentro del marco legal y con garantías y si se hace de otra manera, hay que responder ante ese otro poder del estado llamado judicial. La democracia exige el derecho a imponer tus ideas (incluso las de los grupos mayoritarios) sino el derecho a defenderlas pública y legítimamente e intentar llevarlas a cabo en el marco de la ley.

La defensa de la democracia exige la defensa de la legislación vigente, la defensa de la democracia exige la defensa de los derechos de todos los ciudadanos, la defensa de la democracia exige la independencia judicial, la defensa de la democracia exige el respeto a las ideas, el debate político y la intransigencia con los actos anti-jurídicos, ninguna otra cosa se le puede pedir al resto de poderes del Estado. 

Hablemos de todo, con todos y en cualquier momento, debatamos propuestas políticas, pensemos nuestro modelo de Estado, puede que deba ser otro, no lo sé, pero esta reflexión, esta negociación debe ser libre, no puede basarse en la amenaza de una parte de desobedecer cualquier legislación contraria a sus intereses, y hagámoslo con el necesario respeto a la ley por parte de todos los poderes del Estado, es la única protección que los ciudadanos ostentamos contra la arbitrariedad y la injusticia.

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